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Prueba MINI Cooper C: el mismo, pero distinto.

MINI presenta su paquete de mejoras para los Cooper a través de una nueva generación, la quinta, llamada internamente F66, limpiando su diseño exterior, proponiendo un minimalismo interno gobernado por una gran pantalla circular y ofreciendo mayor potencia para el ya bien equilibrado propulsor 1.5, una joya de la ingeniería moderna. Sigue la diversión a bordo, pero con un toque de sobriedad que casi lo equipara con su versión electrificada.

El MINI más básico, el de entrada, estuvo en nuestras manos para conocer a fondo sus cambios y probar la mejora de potencia a su motor 1.5 de tres cilindros que, desde que lo conocimos hace diez años, nos ha parecido una verdadera gema de la mecánica por lo que es capaz de hacer con tan reducidas cifras de desplazamiento.

Ahora que por estos días cumple 65 años aquel lejano modelo presentado al mundo por Alec Issigonis como una solución económica y fiable de transporte, el MINI actual conserva algunos trazos del diseño original, pero ya no es ni pequeño ni mucho menos económico. Es un carro de nicho que tiene una feligresía incondicional que pondera su diseño especial, sus artilugios a bordo, el encanto de su presencia y su divertido manejo, amén de las infinitas poisibilidades de personalización que hacen que, prácticamente, ningún ejemplar se parezca a otro.

El renovado modelo para 2025 conserva el motor a gasolina, estirando el fin de estos propulsores porque la marca había dicho que no pasarían de 2025, pero, a veces pasan cosas que hacen cambiar las radicales decisiones que suelen tomarse apresuradamente. Por ahora, entonces, conviven armoniosamente las versiones eléctrica y térmica.

Este carro se sigue haciendo sobre la plataforma del anterior y, prácticamente, continúa sin competencia en el mercado nacional. Al país llega en una única versión de equipamiento llamada Favoured, la mejor dotada del catálogo de la marca, antes de la futura aparición del paquete John Cooper Works.

Decíamos líneas arriba que el aspecto externo de esta nueva generación (3.88 m de largo) asemeja mucho visualmente el modelo a gasolina con la versión eléctrica. A golpe de vista es muy dificil diferenciarlos, solo pequeños detalles que hay que mirar con detenimiento delatan cada motorización.

Sin duda, la gran mejora está en los 20 caballos adicionales en el motor del C, el 1.5 pasa ahora de 136 a 156 caballos, para una aceleración, en papeles, de 7,7 segundos para alcanzar los 100 km/h. La caja continúa siendo la automática de siete velocidades con modo secuencial de manejo a través de un pequeño botón en el volante, lo cual desnaturaliza, a nuestro criterio, la sensación de conducción deportiva.

Por dentro

El interior del nuevo Cooper nos presenta una enorme pantalla circular Oled de 24 centímetros de diámetro, cuyo manejo requiere un tiempo de adpatación porque a veces es confusa su operación. MINI la llama Interaction Unit. Toda la instrumentación tradicional está enmarcada en esta pantalla, no hay manera de consultarla en ningún otro lugar, excepto algunos datos que se proyectan en el Head Up Display. En esta circunferencia táctil también se aloja todo el sistema de telefonía, climatización y audio. Hay unos íconos que dan acceso a información en realidad aumentada y funciones configurables mediante el uso de la telefonía móvil. Todo muy avantgarde, pero complejo para los que no vamos al ritmo de los tiempos.

Me llamó la atención la parte superior del tablero, que tiene un acabado tipo «Alexa», esto es, con una iluminación a través de unas ranuras que le dan la sensación de ser un inmenso altavoz.

Algunas funciones pueden responder a comandos de voz diciendo «Hola MINI», lo cual nos puede facilitar la configuración del sistema multimedia, especialmente para las llamadas y el audio. Todavía quedan algunos botones físicos ubicados en la consola central, como el que enciende el motor, la minúscula «palanca» de velocidades (otra desnaturalización), el freno de estacionamiento y el mando que modifica los modos de conducción, además del control de volumen para el equipo de audio. Destaca en la consola centra el espacio para cargar dos celulares por toma de contacto. El baúl acomoda 230 litros, lo que se traduce en buen equipaje para dos, o cuatro morrales para igual número de viajeros.

El MINI, desde la versión Cooper C, o sea, esta, sigue siendo aquel pequeño auto premium de muy buenos acabados y un diseño interior que logra cautivar con su encanto a los incondicionales de la marca, así las plazas traseras sean justas, y su interior muy austero, pero lleno de calidad. Igual, estas versiones Cooper de tres puertas suelen ser para uso personal, en pareja y a lo sumo una mascota. Si queremos el MINI familiar miremos el ya aparatoso Countryman.

En marcha 

Bueno, pues nos acomodamos en su interior y sus asientos que aprietan bastante (he probado todas las versiones del Cooper desde 2009 y la sensación claustrofóbica sigue ahí, aunque tiene su encanto). Giramos el «mini» mando de encendido, que parece que se va a partir en nuestras manos, y el propulsor cobra vida con su típico sonido de tres cilindros. La visibilidad ha mejorado pese al típico grosor del paral A y para todo lo demás existe el equipamiento de cámaras y el conjunto de sensores para avisarnos de cualquier cosa que no veamos. Eso sí, la pantalla tan grande te distrae y a veces su iluminación se hace molesta y hay que atenuar su invasividad.

El volante es grueso, ergonómico y la dirección es rápida y precisa, bondades de la asistencia eléctrica. La suspensión, como en todos los MINI, es más rígida de lo normal, pero uno lo sabe, lo entiende, lo aguante y lo perdona. Se sabe que el Cooper rebota más de lo normal en vías bacheadas, pero que se agarra como el naufrago a su tabla en carrteras asfaltadas y en las curvas tiene su prodigio pese al impetu de la tracción delantera que, mete su susto si el carro está a los mandos de un conductor poco avisado, incluso en el ralentizado modo ECO.

La pequeña palanquita de cambios tiene un modo L, preferible para arrancar con la máxima potencia o realizar aceleraciones que requieran el aprovechamiento de toda la potencia del auto. En el selector de modos encontramos una opción llamada Go Kart que hace más efectiva la respuesta del acelerador y, claro, del freno.

Existiendo este motor, el tricilíndrico 1.5 turbo de 156 caballos, que responde con una agilidad pasmosa, el Cooper no necesitaría más, pensaría uno. Pero huelga decir que existe un Cooper S de dos litros y 204 caballos, y luego vendrán versiones más potentes, lo cual convertirá a este carro en un autentico coche bala, porque hay que remarcar que con el motor base el MINI es una máquina de satisfacciones en ciudad y vías abiertas en general. Ahora, si lo que queremos es correr en modo racing o amedrentar modelos de mayor precio y alcurnia, pues ahí sí se justificaría la inversión. A lo que voy es a que con el C basta y sobra para mi gusto.

La marcha es suave, dentro de lo que cabe la palabra «suave» en los estándares de MINI, que ha sabido pulir la vibración tipica de los motores de tres cilindros y casi no se nota al rodar.  Eso sí, no esperemos que, porque es un 1.5 de tres pistones, su consumo vaya a ser muy frugal. Con suerte, lograremos los 34 kilómetros por galón, pero, ¿quién dijo miedo si lo que se paga es pura diversión?.

Precio del MINI Cooper C Favoured en Colombia a agosto de 2024: $159,9 millones.

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