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Así fue como un Jeep Grand Cherokee subió a Monserrate hace 20 años.

Hace dos décadas Jeep coronó la cima de Monserrate en Bogotá con un Grand Cherokee Laredo de placas BRD 509. Tras la hazaña, la camioneta desapareció del radar. Tras una intensa búsqueda emprendida por La Manada Jeep, el legendario ejemplar fue encontrado recientemente, casi intacto, en el municipio de Pacho, Cundinamarca. 

Hoy el Grand Cherokee de Monserrate está siendo restaurado a su estado original como parte de su preparación a un próximo desafío.

Así fue como un 4×4 subió por las escalas a la cima de Monserrate.

 

 

Sería entonces el Jeep Grand Cherokee el primer vehículo en subir a Monserrate por las escalinatas,  y el último, hasta la fecha, en alcanzar la cima del cerro más emblemático de Bogotá. Las condiciones del ascenso en expediciones vehiculares previas habían sido distintas: de trochas sin peldaños para los efectuados en los años 20 y 50; y por la parte oriental del cerro, transitando desde el páramo de Cruz Verde, para el registrado en los años 80 con un trio de Suzuki LJ80.

El acontecimiento del Jeep subiendo a Monserrate celebraría, además, el 25 aniversario del Club Saltamontes 4×4, que había establecido una alianza con  la marca para  este desafío. Treinta personas, organizadas en tres equipos liderados por Guillermo Olarte y Julio César Mejía, tuvieron la responsabilidad de llevar a cabo la misión.

A las 9 a.m. del 24 de noviembre de 2024, el equipo Jeep ya estaba al pie del famoso cerro oriental de Bogotá para iniciar el ascenso. El Grand Cherokee Laredo desafiaría con su equipamiento de serie y muy pocas adaptaciones, las empinadas y riesgosas escalinatas que conducían hasta el Santuario de Monserrate. 

Este ascenso contó con la participación de dos ejemplares con diferentes tecnologías 4×4, el primero de ellos fue un Cherokee Liberty con un sistema 4×4 Select Trac II. Este vehículo no logró completar el ascenso ya que esa tecnología de tracción no contaba con un acople viscoso en el diferencial central que lograra distribuir la potencia entre el eje delantero y el eje trasero. Se trataba de un sistema 4×4 convencional, como del que disponían en esa época la gran mayoría de ese tipo de vehículos.  Un daño mecánico a la transmisión hizo que  tuviera que devolverse a la ciudad, aunque ya había superado la cuarta parte del camino hacia la cima.

Pero el gran protagonista de la hazaña termino siendo el Grand Cherokee Laredo WJ que contaba con un sistema Quadra Trac II, el cual al tener un acople viscoso en el diferencial central, lograba aguantar las diferencias de velocidad de giro entre el eje delantero y el eje trasero. Este sistema distribuía la potencia y el torque entre los dos ejes, proporcionando la mejor tracción en cualquier momento del ascenso. Vale la pena destacar que  también contaba con un eje delantero rígido que permitía soportar la enorme carga de los impactos en cada escalón.

10 horas rumbo a la cima

En esa vía tan estrecha e irregular, fue fundamental la experticia de Julio César Mejía como piloto y el trabajo de un equipo, cuyas acciones se repitieron una y otra vez durante las 10 horas y media que duró el ascenso.

Avisaban sobre dificultades especiales en el camino, acomodaban las llantas con tablones, usaban winches y gatos Hi-Lift, empujaron y halaron la camioneta haciéndola girar desde su parte posterior, incluso deslumbró el ingenio y la creatividad «a lo colombiano» dando soluciones a innumerables imprevistos como el de estabilizar o apoyar alguna parte de la camioneta sobre los hombros.  Todo este despliegue de adrenalina ocurrió ante los ojos de los lugareños, curiosos e invitados especiales.

Por fin, a las 7:30 p.m., entre aplausos y gritos de emoción, el Grand Cherokee aparcó en la entrada del Santuario de Monserrate.  Al bajar de la camioneta, Mejía, el piloto, se desplomó, tenía el cuerpo entumecido por la tensión y el cansancio.  

Doble desafío: el descenso

El Grand Cherokee cubierto con una capa de tierra como halo, permaneció resguardado en Monserrate. Al día siguiente todo el grupo descansó, era indispensable recuperar la fuerza física y mental necesarias para vencer la segunda parte del reto: regresar intactos, sanos y salvos, a la capital.

El 26 de noviembre aproximadamente a las 6 a.m. se inició el descenso.  Era un reto distinto, porque con una camioneta de peso considerable bajando por escaleras empinadas y al borde del abismo, resguardar la seguridad era el punto de honor. 

La lluvia sumó dificultad. Fue tan fuerte el aguacero que tuvieron que hacer una pausa porque no había posibilidad de continuar, el camino era un río, barro, piedras, agua… pero lograron reanudar la marcha.

“Hubo momentos de mucha tensión con la camioneta inclinada a más de 45°, casi hasta 60°”, cuenta Guillermo Olarte al recordarse al volante del Jeep. “Estaba prácticamente parado en la pedalera, vertical, lo único que veía a través del vidrio era la azotea del edificio Colpatria”.  No quedaba más que confiar en el equipamiento de la camioneta, las horas y horas de trabajo previo, en la capacidad colaborativa y profesional de todo el equipo del desafío de Monserrate y en su propia destreza como piloto.

11 horas duró el descenso del Grand Cherokee, una experiencia 4×4 insólita e irrepetible, como pocas registradas en la historia automotriz de Colombia.

 

Próximamente la marca ofrecerá detalles sobre el estado en el que fue encontrado y sobre su proceso de restauración.  Recuperar su estado original, el que tenía cuando logró alcanzar la cima de Monserrate, será el punto de arranque hacia la próxima aventura.   

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