El automóvil más vendido en Latinoamérica tiene una segunda vida gracias a una profunda reinvención que incluye un motor turbo de un litro con sorprendentes prestaciones en el día a día.
El Chevrolet Onix viene precedido por ser el automóvil con mayores ventas en América Latina (se comercializa uno cada 43 segundos). Su dilatada historia comenzó en 2012 en Brasil, cuando fue desarrollada la primera generación, que inicialmente llevó el nombre de Prisma. Desde 2017 el Onix llegaba a Colombia en esta primera generación y desde marzo de este año con la nueva figura, diseñada por la división de General Motors en China y que se produce en México y Brasil según el tipo de carrocería. BLOGARAJE probó la versión Premier de este modelo con su carrocería sedan, que viene a remplazar tres modelos que ya no se venden en Colombia: Sail, Cobalt y Sonic y cuesta 63.5 millones de pesos.
¿Cómo es?
El Onix de segunda generación es un subcompacto construido sobre la plataforma GEM (Global Emerging Markets), desarrollada en China. La versión sedan, con aspecto muy parecido al del Cruze, llega desde la planta de México con un abundante equipamiento en su versión Premier, que incluye múltiples sensores y asistentes a la conducción además de seis airbags y controles de estabilidad y tracción, que le dieron cinco estrellas LatinNCAP. También tiene conectividad plena y hasta WiFi propio con capacidad para enlazar hasta siete dispositivos y el OnStar para asistencia en carretera. El motor es el tricilíndrico 1.0 de 116 caballos y 160 Nm con turbo, constituyéndose así en el único automóvil de este segmento con esa alternativa. La caja es automática de seis velocidades con modo manual mediante un botón en el pomo. Los rines son de 16”
Por dentro
Al haber crecido en todas su cotas (4,47 de largo y 2.6 de distancia entre ejes), este Onix es más cómodo que su predecesor. Los asientos, regulables en altura, tienen los apoyacabezas integrados, lo cual proporciona un aspecto deportivo y ofrecen una buena posición de manejo. El volante regula en altura y profundidad. Los materiales en cabina van en plástico duro, restando percepción de calidad. Los instrumentos tienen una buena disposición, el cuadro central es análogo, tiene un pequeño computador y la pantalla táctil de siete pulgadas con cámara es muy fácil y rápida de usar. Hay cargador inalámbrico para celulares, acceso y arranque sin llave y asistente automático de parqueo.
Atrás acomoda bien dos personas de no mucha estatura y el maletero tiene posibilidad de ocupar 469 litros, más el volumen con los asientos abatidos.
Comportamiento.
Lo mejor del Onix es el motor y sus prestaciones. Gracias al turbo la entrega de potencia es más que correcta, impulsando el auto con mucho empuje en cualquier circunstancia. Hacer sobrepasos o subir las cuestas típicas de Medellín no es ningún problema aunque si se le exige en demasía se puede encontrar el límite de desarrollos porque, recordemos, es un motor de un litro. Pero esto es hablando de situaciones más allá de las normales. La dirección es precisa, la carrocería se balancea un poco más de lo normal pero está enfocada más a la comodidad que a la deportividad. A veces se sienten ruidos más allá de lo deseable porque el auto cae seco en los baches. Los frenos sobre todo y la iluminación hacen bien su trabajo y usarla con el botón en posición L de la caja convierte a este tranquilo sedán familiar en una máquina muy divertida pues hace los cambios cuando queramos. El consumo en todo tipo de terrenos se tasó en 42 km/gal.
Conclusión
El Chevrolet Onix en esta nueva generación es un carro muy interesante porque es el turbo más accesible del mercado. Es eficiente en prestaciones, tiene un motor muy elástico y que vibra poco y aunque no tiene una carrocería para ser tratado como deportivo sí puede brindar mucha diversión a bordo por el empuje de su motor y al buena comodidad para cuatro.